La venda y el fantasma: El misterio sin resolver del asesinato ritual de Mark Henderson en el Parque Nacional Olímpico
Para Mark Henderson, un analista de sistemas de 40 años de Seattle, la naturaleza del Parque Nacional Olímpico era un santuario, un lugar de previsible soledad y recarga de energía. Excursionista experimentado, conocía las reglas del bosque. Sin embargo, en septiembre de 1996, el viaje de fin de semana en solitario de Mark no solo terminó en muerte; terminó en un ritual escalofriante y teatral que desafiaba toda explicación y presentó a los investigadores a un asesino que, según todos los indicios, era un fantasma.

El caso de Mark Henderson es una colección de hechos imposibles: un rastreador GPS vacío, una tienda de campaña con un segundo saco de dormir sin usar, una ejecución profesional y un único y aterrador fragmento de ADN que no pertenecía a nadie.

La parada silenciosa: Un marido desaparece


El viaje comenzó, como era de costumbre, el viernes 12 de septiembre. Mark planeaba pasar dos días de senderismo y pasar la noche cerca de Lucino Creek. Su última comunicación con su esposa, Sarah, fue a las 17:43: “Llegué a acampar junto al arroyo. Es precioso. Te quiero”.

Una hora después, la historia dio un giro sombrío.

Sarah le había regalado a Mark un pequeño rastreador GPS, un regalo de aniversario, que llevaba enganchado a su mochila. El rastreador mostraba el progreso constante de Mark por el sendero hasta que se detuvo abruptamente a las 18:50. El lugar estaba aproximadamente a una milla del arroyo Lucino, en una densa zona de bosque ligeramente apartada del sendero principal. El rastreador no registró la batería descargada ni los micromovimientos; simplemente se congeló, como si estuviera clavado al suelo.

Cuando Sarah denunció su desaparición el domingo, el inmediato hallazgo de su Subaru intacto en el estacionamiento confirmó sus temores más profundos. La búsqueda se centró en la zona del último marcador GPS, pero la llovizna, el lodo y la niebla incesantes dificultaron los esfuerzos. Los perros de búsqueda captaron el olor del coche, pero perdieron el rastro por completo en el punto donde se perdió la señal del GPS. Mark y su mochila, con el rastreador aún en funcionamiento, habían desaparecido en el bosque húmedo.

El segundo saco de dormir: Evidencia de un compañero
Cinco días después de la exhaustiva búsqueda, un voluntario hizo un descubrimiento crucial: la tienda de campaña de Mark. Estaba instalada exactamente donde le había dicho a Sarah que iba: junto al arroyo Lucino, a una milla de la ubicación del GPS congelado.

La escena dentro de la tienda ofreció la primera y devastadora prueba de que Mark no estaba solo:

Todo en orden: La cartera de Mark, las llaves del coche, los documentos, la estufa y la comida para dos días estaban cuidadosamente guardados dentro de su mochila, que estaba guardada en un rincón.

El doble montaje: Dentro de la tienda había dos sacos de dormir. Uno pertenecía a Mark, abierto y listo para usar. Junto a él había un segundo saco de dormir nuevo, todavía herméticamente cerrado en su bolsa de compresión.

Sarah confirmó que Mark no había comprado un segundo saco y que siempre caminaba solo. Esta sencilla pieza de equipo de campamento desbarató la teoría del “accidente”. Mark esperaba compañía, o quizás ya había acampado con un compañero.

El descubrimiento planteó de inmediato la aterradora pregunta central: ¿Quién era la segunda persona en su tienda? Y si estaban en el arroyo, ¿por qué el rastreador GPS de Mark se había quedado a un kilómetro y medio de distancia? ¿Y quién había traído la mochila a la tienda para despistar a los rescatistas? Surgió la aterradora posibilidad: alguien había montado deliberadamente la escena de la tienda para desviar la búsqueda.

La venda y la ejecución
Al noveno día, la búsqueda finalmente culminó con un descubrimiento sombrío y ritual. Un guardabosques que revisaba profundos barrancos se topó con el cuerpo de Mark a solo 50 metros de la ruta turística principal, oculto tras una espesa maleza que decenas de buscadores habían pasado a diario.

Mark fue encontrado boca abajo, sin mostrar signos de forcejeo. Su ropa estaba intacta. Las únicas lesiones fueron internas: el patólogo determinó que la causa de la muerte fue estrangulación y una fractura de cuello profesional. Mark fue asesinado rápida y eficazmente por la espalda, probablemente sin saber qué lo golpeó.

Pero fue el extraño gesto del asesino lo que transformó el caso en un misterio inexplicable:

La venda: Alguien tomó la camiseta de Mark, la enrolló firmemente formando un torniquete y la usó para vendarle los ojos, ajustándola firmemente alrededor de su cabeza. Si el asesino se acercó por detrás, la venda era innecesaria para el acto mismo del asesinato. Fue un gesto teatral y escalofriante, una firma que el mundo descubriría.

Las huellas de las rodillas: Cerca del cuerpo de Mark, el suelo blando y húmedo mostraba claramente dos huellas distintivas de rodillas humanas. Esto sugería que el asesino se había arrodillado junto a la víctima, quizás para inmovilizarlo, para ejecutarlo o como parte del inquietante ritual.

La policía tenía a la víctima, la causa de la muerte y un escenario aterrador de ejecución, pero carecían de un motivo y un asesino.

El ADN Fantasma: Un Golpe Demoledor
Los investigadores tenían una última y desesperada esperanza. En una rama baja, justo encima del cuerpo, encontraron un pequeño mechón de pelo oscuro: el mayor error por descuido del asesino. El pelo…