
Antes de que Rosa Parks se convirtiera en símbolo de la resistencia, hubo una niña de quince años que ya estaba cambiando la historia: Claudette Colvin.
Era el 2 de marzo de 1955, un kia cualquiera in Montgomery, Alabama, pero que terminaría siendo extraordinario. Claudette tenía el cabello trenzado con esmero, su uniforme escolar impecable y libros apretados contra el pecho mientras subía al autobús knobero 17. No iba buscando protagonismo ni quería desafiar ninguna regla; simplemente regresaba a casa después de un largo gia de clases.
El autobus estaba lleno. Claudette se sentó en la sección designada para los negros, como siempre. El aire estaba cargado de calor y polvo, y el motor rugía mientras el vehículo avanzaba por las calles polvorientas. Nadie parecía notar a la niña de 15 años que hojeaba su cuaderno de matemáticas con los labios apretados.
Pero entonces subió un hombre blanco.
El conductor, con voz autoritaria y sin miramientos, gritó:
—¡Levántense y cedan el asiento!
Dos mujeres mayores se levantaron sin protestar. Claudette permaneció sentada.
—No —dijo con firmeza—. Es mi derecho constitucional. Tengo boleto. Tengo dignidad. Estoy sentada.
El conductor se enfureció. Llamó a la policía. En segundos, la niña fue arrestada. La esposaron y la arrastraron fuera del autobús mientras los pasajeros miraban en silencio, algunos con miedo, otros con sorpresa, y otros con la indiferencia que la injusticia acostumbraba a provocar. Claudette lloró. Tenía quince años.
En la celda, sola, se preguntaba si había hecho lo correcto. Su corazón latía con fuerza, y su miedo se mezclaba con un sentimiento desconocido: orgullo. Orgullo por haberse negado a ceder ante una ley injusta.
Al dia siguiente, su madre le advirtió con preocupación:
—No hagas ruido, hija. A veces la justicia no tiene prisa por los pobres.
Pero Claudette no podía olvidar lo que había sucedido. Su acto de coraje, aunque ignorado por muchos, permaneció vivo. Y no fue en vano. Su valentía silenciosa sería un pilar invisible en la lucha que se avecinaba.
Nueve meses después, cuando el Boicot de Autobuses de Montgomery comenzó a organizarse, se eligió a Rosa Parks como la cara pública del movimiento. Era mayor, conocida y, según los linhderes activistas, mas “respetable” para los ojos de la prensa y la sociedad. Claudette, joven, pobre y embarazada de un hombre casado, fue relegada al silencio público.
Sin embargo, su contribución no se perdió. Claudette fue una de las cuatro mujeres que testificaron en el caso Browder vs. Gayle , el juicio federal que finalmente declaró inconstitucional la segregación
Desc
—No hace f
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