Imagina por un momento el infierno congelado. Imagina un océano de nieve teñido de rojo, donde medio millón de

hombres luchan por su vida mientras el acero y el fuego consumen todo a su paso. Ahora imagina que todo esto

ocurrió en una sola noche, una noche donde Stalin decidió enterrar vivo al ejército más poderoso que el mundo había

visto jamás. Y lo más aterrador de todo es que uno de los generales más brillantes de la historia no hizo

absolutamente nada para evitarlo. Déjame algo en los comentarios si ya conocías esta historia, porque lo que estás a

punto de descubrir va a cambiar completamente tu perspectiva sobre la Segunda Guerra Mundial. Y si esta

historia te impacta tanto como a mí, regálame un like para que más personas conozcan la verdad sobre lo que

realmente ocurrió aquella noche de 1942. Estamos en noviembre de 1942.

El Frente Oriental se extiende como una cicatriz sangrienta a través de media Europa. Desde el Ártico hasta el Mar

Negro, millones de hombres se masacran mutuamente en la guerra más brutal que la humanidad haya conocido. Pero hay un

lugar donde todo está a punto de cambiar para siempre. Un lugar que los alemanes llaman Stalingrado. La Wermch ha

conquistado casi toda Europa. París ha caído. Londres arde bajo las bombas. Los

tanques alemanes han llegado hasta las puertas de Moscú. Hitler y sus generales están convencidos de que la victoria es

inevitable. Erich Bon Manstein, considerado por muchos el mejor estratega militar alemán, comanda el

grupo de ejércitos Don. Es un genio táctico, un maestro del arte de la guerra. Bajo su mando, decenas de miles

de soldados de la Wermch confían en que su brillantez los llevará a casa victoriosos. Pero hay algo que Manstein

no puede ver, algo que está ocurriendo en las sombras, en los bosques helados al norte de Stalingrado. Stalin y su

alto mando están preparando algo monstruoso, una operación tan masiva, tan audaz, que cambiará el curso de toda

la guerra. Le han puesto un nombre en clave, operación Urano. Comenta ahora mismo qué crees que va a pasar, porque

lo que viene es más brutal de lo que puedes imaginar. El plan es diabólicamente simple, pero requiere una

precisión quirúrgica. Los soviéticos han estado acumulando en secreto más de un millón de soldados en los bosques y

estepas alrededor de Stalingrado. 100 tanques, más de 13,000 cañones, 1100

aviones. Todo esto ha sido transportado de noche, camuflado durante el día,

escondido bajo la nieve y los árboles. Los alemanes no tienen idea de lo que se les viene encima. ¿Y sabes cuál es la

parte más genial del plan soviético? No van a atacar directamente a las tropas alemanas más fuertes. No van a atacar a

los flancos, donde están posicionados los aliados más débiles de Hitler, los rumanos, los italianos, los húngaros.

Tropas mal equipadas, mal entrenadas, aterrorizadas por el invierno ruso.

Stalin sabe que si rompe estos flancos puede cerrar una trampa mortal alrededor del sexto ejército alemán en

Stalingrado. Y Manstein, el genio militar, el brillante estratega, tiene

información sobre concentraciones soviéticas en la zona. Sus oficiales de inteligencia le advierten, los rumanos

suplican refuerzos, pero Manstein no reacciona con la urgencia necesaria.

Quizás está demasiado confiado, quizás subestima la capacidad soviética, quizás

está distraído con otros problemas del frente. Sea cual sea la razón, esta inacción se convertirá en una de las

decisiones más catastróficas de toda la guerra. Es el 19 de noviembre de 1942.

A las 7:20 de la mañana, el mundo explota. Más de 3,500 cañones soviéticos

abren fuego simultáneamente. El bombardeo de artillería es tan masivo que la tierra misma tiembla. Los

soldados rumanos en sus trincheras sienten que el apocalipsis ha llegado. El cielo se vuelve negro por el humo. La

nieve se derrite por el calor de las explosiones. Durante 80 minutos, una lluvia de acero y fuego cae sobre las

posiciones del tercer ejército rumano y cuando el bombardeo finalmente cesa, algo aún más terrorífico emerge de la

niebla y el humo. 1000 tanques soviéticos avanzan formación. Detrás de ellos, olas interminables de infantería

con sus abrigos grises gritando ura ura mientras cargan hacia las líneas

enemigas. Los rumanos luchan valientemente, pero están completamente superados. Sus cañones antitanques son

obsoletos. Sus líneas de comunicación han sido destruidas por el bombardeo. En

cuestión de horas, el frente rumano se desintegra. Los soviéticos avanzan rápido que los alemanes no pueden creer

los reportes que reciben. Tiene que ser propaganda soviética, piensan. Tiene que

ser exagerado, pero no lo es. Al día siguiente, 20 de noviembre, Stalin lanza

la segunda tenaza de su trampa. Otra masiva fuerza soviética ataca desde el sur, destrozando al cuarto ejército

rumano. Ahora las dos columnas blindadas soviéticas están corriendo hacia el mismo punto. Kalach, un pequeño pueblo

junto al río Don. Si logran encontrarse allí, el sexto ejército alemán quedará completamente rodeado en Stalingrado.

Dime en los comentarios si ya sabías esto, porque lo que viene es aún más impactante. En el cuartel general de

Manstein, la realidad finalmente golpea como un martillo. Los reportes que llegan son catastróficos. El frente se

ha colapsado en múltiples sectores. Decenas de miles de soldados rumanosen en pánico hacia el oeste. Los soviéticos

están avanzando tan rápido que ya han penetrado más de 40 km detrás de las líneas alemanas. Y lo peor de todo, el

sexto ejército con 300,000 hombres alemanes está a punto de quedar atrapado. El 22 de noviembre, solo 4

días después del inicio de la ofensiva, las dos columnas soviéticas se encuentran en Calach. La trampa se

cierra con un sonido metálico y definitivo. El sexto ejército alemán está completamente rodeado en

Stalingrado. Es el mayor cerco de la historia militar alemana. 300,000 hombres aislados del resto del ejército,

sin suministros adecuados en medio del invierno ruso. Y ahora todos miran a Manstein, el genio, el Salvador, el

único hombre que puede rescatarlos. Pero aquí es donde la historia se vuelve verdaderamente oscura, porque Manstein

se enfrenta a una decisión imposible. El sexto ejército necesita desesperadamente romper el cerco y retirarse hacia el

oeste para salvarse. Pero Hitler ha dado una orden directa. Stalingrado no puede ser abandonado, ni un solo paso atrás.

Los soldados deben resistir donde están hasta que llegue un rescate. Hitler le promete a Manstein que la luft buffe

abastecerá al sexto ejército por aire. Germán Goring, comandante de la Fuerza Aérea Alemana, garantiza personalmente

que pueden entregar 500 toneladas de suministros diarios. Es una mentira, una

mentira mortal. La Luft Buffe apenas puede entregar 100 toneladas al día en las mejores condiciones y estas no son

las mejores condiciones. Es el invierno ruso. Las tormentas de nieve son constantes. Los aviones soviéticos cazan

a los transportes alemanes como lobos. Manstein lo sabe. En el fondo de su corazón sabe que es imposible. Sabe que