El espantoso secreto del glaciar: Cuerpos esposados ​​en el hielo y el ermitaño fantasmal que mató para proteger su montaña sagrada
El verano de 2023 en Montana se caracterizó por un calor abrasador, y el derretimiento acelerado del glaciar Grenell, en el Parque Nacional Glaciar, reveló una verdad más escalofriante que el hielo mismo. Lo que una patrulla rutinaria del parque descubrió fue la espantosa imagen congelada de Melissa Fischer, de 32 años, y su prometido, Grant Fischer, de 38, quienes habían desaparecido sin dejar rastro siete años antes, en agosto de 2016.

Fueron encontrados envueltos en hielo, de pie, cara a cara, con las muñecas atadas con esposas militares. Su ropa estaba cuidadosamente doblada a su lado. El descubrimiento fue bastante impactante, pero fue solo el comienzo de uno de los casos más misteriosos e inquietantes en la historia del parque: un misterio que vinculaba la desaparición de la pareja con un geólogo solitario que desapareció casi dos décadas antes.

Siete Años de Silencio, Una Mochila de Décadas
Los Fischer eran senderistas experimentados y bien preparados. En 2016, registraron su plan de dos días en la estación de guardabosques, emprendiendo la popular y pintoresca ruta hacia el glaciar Grenell. Un compañero de viaje capturó su última imagen: sonrientes, despreocupados, de pie en un mirador. Al no regresar, una búsqueda a gran escala no encontró rastro alguno de ellos: ni rastro, ni equipo, nada. Fueron declarados desaparecidos, devorados por la naturaleza.

El macabro descubrimiento en 2023 inició de inmediato una investigación por asesinato, pero los hechos iniciales fueron contradictorios y aterradores:

La hora de la muerte: Los expertos forenses determinaron que la pareja había fallecido aproximadamente una semana antes de que sus cuerpos fueran depositados en el glaciar, evidenciado por las etapas iniciales de momificación. Esto significaba que alguien había mantenido sus cuerpos ocultos antes del entierro final, teatral.

Las esposas: Las ataduras fueron identificadas como esposas militares de la década de 1980, lo que planteó la pregunta inmediata: ¿quién era el asesino y cuáles eran sus antecedentes?

El fantasma del pasado: Cerca de los cuerpos, los investigadores encontraron dos mochilas. Una pertenecía a Grant Fischer. La segunda, vieja y desgastada, contenía documentos de David Roach, un geólogo aficionado que había desaparecido en la misma zona del parque en 1998.

El caso pasó instantáneamente de ser un archivo de personas desaparecidas a un complejo y ritualístico doble asesinato vinculado a un caso sin resolver de 18 años.

El diario y el símbolo
La única pista concreta era la mochila de David Roach. Dentro de sus pertenencias, meticulosamente conservadas, se encontraba un pequeño diario de campo encuadernado en cuero. Las anotaciones iniciales detallaban observaciones geológicas rutinarias, pero el tono pronto cambió a uno de creciente paranoia.

Roach escribió sobre una persistente sensación de ser observado y, el 6 de septiembre de 1998, observó haber encontrado “marcas extrañas en los árboles”: muescas simétricas que formaban un símbolo desconocido. Su curiosidad lo llevó a seguir las marcas hasta adentrarse en el bosque, donde encontró una pequeña cueva camuflada que mostraba indicios de haber estado habitada recientemente. El mismo símbolo misterioso estaba tallado en la pared de la cueva: un círculo con tres líneas que se entrecruzaban.

La última anotación, fechada el 7 de septiembre de 1998, fue garabateada a toda prisa:
“Ha vuelto. Lo oigo afuera. Sabe que estoy aquí. No es un turista. Tiene porte y equipo militar. Lo vi de lejos ayer. No está simplemente deambulando. Está patrullando la zona. Es como si esta fuera su tierra. Tomaré mi mochila e intentaré irme al amanecer”.

Roach desapareció; su cuerpo nunca fue encontrado. Pero la conexión con los Fischer era ahora innegable y profundamente siniestra. Un reexamen de la ropa de los Fischer, cuidadosamente doblada por el hielo, arrojó la última y escalofriante pista: en el interior del cuello de la chaqueta de Grant y el puño de la camisa de Melissa, había diminutos bordados de hilo grueso. Era exactamente el mismo símbolo del diario de Roach.

Un asesino solitario, que operaba en el parque durante décadas, estaba dejando su firma personal y ritualística.

El Fantasma en la Cueva: Elias Thorne
Los investigadores comprendieron que buscaban a un individuo extremadamente resistente y cauteloso, probablemente un exmilitar, un “fantasma” que vivía completamente fuera del sistema. Su única ventaja eran las notas subjetivas de Roach en un mapa de 25 años de antigüedad. Los analistas de datos dedicaron semanas a comparar minuciosamente las descripciones de su diario con datos topográficos modernos, limitando la búsqueda a una sección intransitable y accidentada del parque.

Al tercer día de una operación de búsqueda especializada, el equipo la encontró: la entrada a la cueva, casi invisible, oculta tras rocas y un viejo árbol caído. En la entrada, la roca erosionada confirmaba su ubicación con la tenue y reveladora marca del símbolo circular.

La cueva era pequeña, seca y sorprendentemente ordenada. Sobre un lecho casero de ramas de abeto, cubierto con una manta descolorida, yacían los restos momificados de un hombre: un anciano con una larga barba gris, que parecía haber muerto pacíficamente mientras dormía, posiblemente años antes.

El fantasma del glaciar Grenell había sido un hombre mortal desde siempre.

La búsqueda de sus escasas pertenencias