El Horror de Hartwell: Cómo un exmillonario encarceló a su hija, vendió a 12 bebés y mantuvo un reinado de terror incestuoso durante 20 años
La enorme mansión colonial de la finca Hartwell fue en su día un testimonio de riqueza y prominencia en las montañas de Virginia Occidental. Pero para el 12 de septiembre de 1923, cuando el ayudante del sheriff Robert Morrison y el asesor fiscal James Bradford finalmente llegaron a la propiedad —abandonada por sus dueños y con más de 20 años de mora en el pago de impuestos—, se había convertido en algo mucho más cercano a una tumba. Lo que descubrieron ese día fue un horror sistemático que se extendió por dos décadas, una narrativa sin precedentes de incesto, tortura psicológica, trata de personas y asesinato.

La Casa de la Podredumbre y los Registros
El humo que salía de una chimenea fue la primera pista de que la mansión no estaba abandonada. Tras forzar la entrada, los funcionarios quedaron inmediatamente impresionados por el abrumador olor a muerte y podredumbre. El interior era un escenario de decadencia apocalíptica: basura, escombros y muebles rotos para leña.

Pero fue la mesa del comedor lo que los dejó paralizados: pilas de 12 actas de nacimiento, que abarcaban desde 1900 hasta 1920, todas con Thomas Hartwell como padre, pero sin el nombre de la madre.

El terrible olor los condujo al piso de arriba, a una habitación cerrada con llave. Dentro, encontraron los restos de Margaret Hartwell, cuyo cuerpo estaba gravemente descompuesto, lo que sugería que llevaba muerta al menos dos años. La habitación en sí era una prisión: cadenas atadas a la pared, una cama estrecha y diarios dispersos escritos por la letra cada vez más errática de Thomas.

Los diarios revelaban la pesadilla: Margaret, la hija mayor, había estado prisionera desde los 18 años. Su padre la había convencido de “casarse” con él mediante una ceremonia falsa, la había mantenido embarazada constantemente y luego había vendido todos los bebés que tuvo a familias desesperadas de los Apalaches. Thomas Hartwell estaba vivo, fue encontrado apenas reconocible, meciéndose y murmurando incoherencias en una silla: un testimonio final y roto de su propia locura.

El Colapso y la Crueldad Calculada
El hombre que encontraron era una sombra del respetado y rico terrateniente que Thomas Hartwell había sido antes del Pánico Económico de 1896. Cuando su fortuna maderera y carbonera se evaporó de la noche a la mañana, el colapso psicológico de Thomas fue inmediato y severo, marcado por la paranoia, el consumo excesivo de alcohol y un temperamento explosivo.

El trágico punto de inflexión llegó en febrero de 1897, cuando su esposa, Elizabeth, huyó de regreso a Filadelfia con sus tres hijos menores. En un acto de abandono cruel y calculado, Elizabeth dejó atrás a Margaret, de 18 años. Margaret, ya profundamente insegura debido a su peso y las constantes críticas de su madre, se sintió vulnerable al instante.

Thomas reconoció esta vulnerabilidad y comenzó una campaña sistemática de preparación psicológica. Le repetía a Margaret que «ningún hombre la querría jamás», que era «demasiado gorda, demasiado fea, demasiado incasable» y que tenía suerte de tenerlo. Aislada y completamente dependiente, la realidad de Margaret pronto se vio completamente moldeada por las mentiras de su padre.

La ficción del matrimonio y el primer robo
Entre 1897 y 1900, la finca se convirtió en una prisión física y psicológica. Thomas interceptaba toda la correspondencia, convenciendo a Margaret de que los acreedores y los críticos la perseguían. Controlaba estratégicamente su dieta, manteniéndola deliberadamente en un estado de deterioro por sobrepeso para reforzar su destrozada imagen y hacer imposible su escape físico.

En marzo de 1900, Thomas ejecutó su horrible plan. Organizó una ceremonia de boda falsa, alegando que era una maniobra legal para proteger sus propiedades de los acreedores. Margaret, que no entendía nada de leyes ni del matrimonio, obedeció para sobrevivir. Esa noche, Thomas consumó el falso matrimonio, iniciando un reinado de 20 años de horror incestuoso. Margaret, despojada de su identidad y de su marco moral, se convirtió en la víctima de su padre y, sin saberlo, en su prole.

Los 12 Bebés: Un Negocio de Duelo y Genética
El primer embarazo de Margaret en 1900 la llenó de una breve y desesperada esperanza de compañía, pero Thomas ya había desarrollado su plan: una operación de tráfico de bebés basada en un duelo fabricado.

Recorrió los condados vecinos, presentándose como intermediario caritativo ante docenas de parejas desesperadas y sin hijos. Entrevistó meticulosamente a los posibles compradores, evaluando su patrimonio y clasificándolos según quién pudiera pagar más, hasta 500 dólares por bebé.

El Sistema: Thomas atendió los partos él mismo, sin dejar que Margaret sostuviera al recién nacido más de una hora. Le decía a Margaret que el bebé estaba “enfermo” y necesitaba un médico en la ciudad. Regresaba días después con una historia inventada y elaborada sobre la muerte del bebé, culpando al “cuerpo defectuoso” de Margaret o al “castigo de Dios”.

El ciclo: Thomas mantuvo a Margaret perpetuamente embarazada, reanudando sus relaciones sexuales a los pocos meses de cada parto. Entre 1900 y 1920, soportó 12 embarazos, 12 partos y 12 duelos fingidos. Para su décimo embarazo en 1917, el desgaste psicológico era total; Margaret sufrió…