😱 ¡TIENE 72 AÑOS Y SIGUE TRABAJANDO DE PIE TODO EL DÍA! Lo que hace esta abuelita en un restaurante de México ha dejado a todos en shock
En un concurrido restaurante de comida rápida ubicado en el centro de Monterrey, Nuevo León, una figura inesperada se ha robado el corazón de los clientes. No se trata de una influencer, ni de una celebridad, sino de Doña Teresa, una mujer de 72 años que trabaja como guardia de seguridad del establecimiento, siempre con una sonrisa en el rostro y un trato amable que ha conquistado a todos.
Su presencia rompe estereotipos, desafía normas laborales injustas y lanza un poderoso mensaje: la edad no es un obstáculo cuando hay voluntad, dignidad y pasión por vivir.
Una mujer invisible… que se volvió indispensable
Doña Teresa comenzó a trabajar en el restaurante hace poco más de un año. Después de perder a su esposo y con sus hijos viviendo en otras ciudades, sintió que aún tenía mucho por dar. Intentó postularse en varios trabajos, pero siempre escuchaba lo mismo:
“Lo sentimos, buscamos gente más joven.”
Después de muchas puertas cerradas, una cadena de comida rápida local decidió apostar por ella. No le pidieron “buena presencia”, ni título universitario, ni conocimientos tecnológicos. Solo querían a alguien comprometido, respetuoso y puntual. Y encontraron todo eso en Doña Teresa.
De guardia a símbolo de respeto y ternura
Hoy, quienes entran al restaurante no solo van por una hamburguesa o una orden de papas. Muchos se detienen a saludar a Doña Teresa, a preguntarle cómo está o simplemente a recibir su clásica frase de bienvenida:
“¡Buenos días, joven! Pásale con confianza.”
A pesar de su edad, Doña Teresa realiza su trabajo con orgullo: revisa discretamente a los visitantes, mantiene el orden, ayuda a personas mayores a encontrar asiento, y cuando puede, hasta recoge charolas o limpia mesas vacías.
“Me gusta trabajar. No vengo aquí solo por dinero. Vengo porque me hace sentir viva, útil, feliz,” dice con voz firme.
Más allá del uniforme: una lección para todos
La historia de Doña Teresa se volvió viral luego de que una joven clienta compartiera una foto de ella en redes sociales, junto con un mensaje poderoso:
“¿Por qué en otros países los adultos mayores pueden seguir trabajando con dignidad y aquí son descartados como si ya no sirvieran para nada?”
La publicación recibió miles de reacciones. Muchos elogiaron la actitud de la señora, mientras otros criticaron el sistema laboral mexicano que sigue imponiendo límites absurdos de edad, requisitos superficiales como “buena presentación” o “personalidad agradable”, y exclusiones por altura o nivel educativo.
Una práctica común en otros países… pero rara en México
En lugares como Hong Kong, Japón o Canadá, es común ver a adultos mayores trabajando en supermercados, cafeterías o incluso como asistentes en museos. Se valora su experiencia, su responsabilidad y la sabiduría que aportan. Sin embargo, en México, aún se considera extraño —e incluso “triste”— ver a una persona de la tercera edad trabajando.
Pero historias como la de Doña Teresa están comenzando a cambiar esa percepción. Cada día demuestra que la vejez no es una enfermedad ni una condena, sino una etapa donde también se puede aportar muchísimo a la sociedad.
Clientes que regresan solo por ella
Varios clientes frecuentes han comentado que volver al restaurante es más especial gracias a Doña Teresa. “Mi hija la adora, dice que es como su abuelita adoptiva,” cuenta una madre. Otros le han regalado flores, galletas, hasta bufandas tejidas por el invierno.
Y ella, con humildad, solo responde:
“El cariño de la gente es mi mejor paga.”
Reflexión: el trabajo digno no tiene edad
La historia de Doña Teresa no es solo inspiradora. Es también un llamado urgente a la inclusión laboral. ¿Cuántas mujeres como ella están en casa, sintiéndose inútiles, cuando en realidad tienen tanto que aportar? ¿Cuántas son rechazadas solo por su cédula de nacimiento?
El trabajo digno debe estar basado en capacidades reales, no en prejuicios. Y personas como Doña Teresa son prueba viva de que el compromiso, la educación y el respeto no tienen edad límite.
Final con esperanza
Doña Teresa planea seguir trabajando “hasta que el cuerpo aguante”, y mientras lo haga, seguirá saludando con alegría, cuidando a quienes entran y dando ejemplo de lo que significa vivir con dignidad.
Gracias, Doña Teresa, por recordarnos que el valor de una persona no se mide en años, sino en actos.
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