En las aguas heladas del Báltico, bajo

toneladas de agua salada y escombros de
guerra, yacía un gigante de acero que se
negaba a morir. Su nombre era Graf
Sepelin, y su historia es tan retorcida
que hasta los historiadores más
experimentados se quedan sin aliento al
contarla. Pero esta no es solo la
historia de un barco, es la historia de
como el orgullo se convierte en
vergüenza, como la derrota se transforma
en venganza y como un cadáver de metal
se convirtió en el arma más cruel que
Stalin jamás empleó contra sus enemigos.
Imagina esto. Estás parado en un muelle
alemán en 1942.
Hitler acaba de ordenar la construcción
del arma definitiva, un portaaviones que
haría temblar a la Royal Navy británica.
Los ingenieros alemanes, reconocidos
mundialmente por su precisión y
genialidad, trabajan día y noche. El
acero gruñe, las chispas vuelan y el
sueño nazi de dominar los mares está a
punto de hacerse realidad. Pero hay un
problema, un problema tan grande que
cambiará el curso de la guerra naval
para siempre. El graf Zeppelin nunca
navegó, ni un solo día de servicio, ni
una sola misión. El portaaviones más
esperado del tercer rage se convirtió en
el mayor fracaso de la ingeniería
alemana. Y lo que vino después es aún
más espeluznante. Déjame llevarte al
momento exacto donde todo se desmorona.
Es abril de 1945
y el ejército rojo está a las puertas de
Berlín. Los alemanes saben que han
perdido. En Stetin, un puerto del
Báltico, el grafelin está atracado como
un monumento a la arrogancia nazi. Los
soldados alemanes reciben órdenes que
nadie quiere cumplir, hundir su propio
portaaviones. Pero aquí viene el giro
macabro que nadie vio venir. Los
explosivos detonan. El agua invade los
compartimentos. El gigante de 33,000
toneladas se inclina lentamente hacia
Estribor. Los marinos alemanes observan
desde el muelle con lágrimas en los ojos
mientras su orgullo se hunde. Piensan
que es el final. Creen que el graf
Zeppelin descansará en el fondo del mar
para siempre, llevándose los secretos
del fracaso nacia las profundidades. Se
equivocaron. Stalin tenía otros planes.
Planes que harían que los alemanes
desearan haber destruido ese barco mil
veces más. Avancemos tres meses. La
guerra ha terminado. Alemania está
dividida. Humillada, destruida. Los
soviéticos controlan el puerto de Stetin
y entonces sucede algo increíble. Los
busos soviéticos encuentran el graf
Zeppelin. No está completamente
destruido. Las explosiones alemanas
fueron apresuradas, descuidadas. El
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