Imagina por un momento el arma más temida de los mares. Un coloso de acero capaz de proyectar poder a miles de

kilómetros de distancia. Un portaaviones que haría temblar a la Royal Navy británica y cambiaría el curso de la
Segunda Guerra Mundial. Alemania lo tuvo en sus manos. Lo construyó con la mejor
ingeniería del mundo, invirtió millones de ridarks, movilizó a miles de
trabajadores y cuando estaba a punto de completarse, cuando faltaban apenas unos meses para que surcara los mares
sembrando el terror entre los aliados, Adolf Hitler tomó la decisión más estúpida e incomprensible de toda la
guerra. Una decisión tan absurda que sus propios almirantes quedaron paralizados de incredulidad. Una decisión que
entregaría en bandeja de plata a este monstruo del mar a las fuerzas soviéticas. Y al final sería precisamente bajo el
mando de la Unión Soviética que este gigante alemán encontraría su destino final y más humillante. Esta es la
historia del Graf Zeppelin, el portaaviones que pudo cambiar la guerra, pero que la locura de un dictador
condenó antes de que disparara un solo cañón. Alemania nunca fue una potencia naval. Mientras Gran Bretaña dominaba
los océanos con su flota invencible y Estados Unidos construía portaaviones como si fueran juguetes, los alemanes
siempre fueron una fuerza terrestre. Pancer, infantería, Luftbaffe, ese era
su dominio. Pero Hitler tenía sueños de grandeza. Quería que el tercer rage no
solo dominara Europa, sino también los mares. Quería humillar a la Royal Navy en su propio territorio y para eso
necesitaba portaaviones. En 1936, cuando las nubes de guerra apenas
comenzaban a formarse sobre Europa, Hitler autorizó el plan Z, un programa naval masivo y ambicioso que construiría
una flota alemana capaz de enfrentarse a cualquier potencia. Y la joya de la corona de ese plan sería el Graf
Zeppelin, el primer portaaviones alemán de la historia. El buque llevaría el nombre del famoso pionero de los
dirigibles, Ferdinand Bonepelin, un héroe nacional. Sería un símbolo de
poder alemán, un mensaje al mundo de que el tercer reageado para quedarse. La
construcción comenzó en diciembre de 1936 en los astilleros Deuterque en Kiel
y desde el primer día este proyecto fue diferente a todo lo que Alemania había construido antes. Los ingenieros
alemanes eran brillantes, eso nadie lo discutía. habían construido los mejores
tanques del mundo, los mejores aviones de combate, pero portaaviones era otro
asunto completamente diferente. Era una tecnología que requería décadas de experiencia práctica y Alemania no tenía
esa experiencia. Los británicos llevaban construyendo portaaviones desde la Primera Guerra Mundial. Los
estadounidenses habían perfeccionado el diseño a lo largo de los años 20 y 30. Los japoneses, en secreto habían
desarrollado algunos de los mejores portaaviones del mundo, pero Alemania estaba comenzando desde cero y eso
significaba cometer errores, muchos errores. El graf Zeppelin fue diseñado
para ser impresionante. 262 m de eslora, casi 34,000 toneladas de desplazamiento,
capaz de transportar entre 42 a 43 aeronaves. Blindaje pesado que lo hacía
casi invulnerable a ataques de superficie. Armamento defensivo masivo con 16 cañones de 150 mm, 12 cañones de
105 mm y 22 cañones antiaéreos de 37 mm. Era un monstruo, un verdadero monstruo.
Pero aquí estaba el problema. Los alemanes querían que su portaaviones fuera también un crucero de batalla.
Querían que pudiera pelear como un buque de superficie tradicional. Así que lo sobrecargaron de armamento y blindaje.
Lo hicieron pesado, demasiado pesado. Esto comprometía su velocidad, su
maniobrabilidad y, sobre todo, su capacidad de transportar aviones, porque al final del día un portaaviones solo es
útil si puede lanzar y recuperar aviones de manera eficiente. Y el Graf Zeppelin, con todo su peso adicional tendría
serios problemas para hacer exactamente eso. Los trabajos avanzaban lentamente.
Alemania estaba preparándose para la guerra y los recursos escaseaban. Cada tonelada de acero, cada remache, cada
pieza de maquinaria tenía que ser priorizada y el graf Zeppelin competía con tanques, con aviones, con
submarinos. Los Subats eran el arma favorita de la Creekmarine porque eran baratos, efectivos y podían construirse
rápidamente. Un portaaviones, en cambio, era caro, complicado y llevaría años
completarse. Para 1938, el casco estaba terminado en un 65%.
Hitler visitó personalmente los astilleros para inspeccionar el progreso. Quedó impresionado. El tamaño
del buque lo dejó sin palabras. Vio en él un símbolo de poder alemán. ordenó
acelerar la construcción. Quería que el grafelin estuviera listo para cuando comenzara la guerra, pero ya era
demasiado tarde. El tiempo se estaba acabando. El 8 de diciembre de 1938,
el graf Zeppelin fue votado ceremonialmente. Miles de personas se reunieron para ver al gigante deslizarse
por primera vez al agua. Banderas nazis sondeaban por todas partes. La banda
militar tocaba himnos patrióticos. Los trabajadores vitoreaban. Hitler no
asistió personalmente, pero envió a Germán Goring como su representante. Goring, líder de la Luft Buffe, tenía
sus propias razones para estar interesado en este portaaviones, porque aquí comenzaba el segundo problema
masivo del Graf Zeppelin. La Luft Buffe y la Kriegmar Marine odiaban trabajar juntas. Goring, en su arrogancia
infinita, insistía en que todos los aviones alemanes debían estar bajo su control. Eso incluía los aviones
navales. Él no confiaba en que la marina supiera operar aviones y tenía razón en
cierto modo, porque la Criekmarine no tenía experiencia en aviación naval. Pero Goring llevó esto al extremo. Se
negó a entrenar pilotos específicamente para operaciones navales. Se negó a desarrollar aviones diseñados para
despegar y aterrizar en portaaviones. Se negó a cooperar. Así que cuando el graf
Zepelin fue votado, ni siquiera tenía aviones asignados. Los ingenieros navales propusieron usar versiones
modificadas del Mesergmit BF109 como casas y el Yanes Yu87 Estuca como
bombarderos en picado. Sonaba bien en papel, pero estos aviones no fueron diseñados para operaciones navales. El
BF109 tenía un tren de aterrizaje estrecho que lo hacía inestable en la cubierta de un portaaviones. El Y U87
era demasiado lento y vulnerable y ninguno de los dos tenía ganchos de detención adecuados o refuerzos
estructurales para soportar los aterrizajes violentos en portaaviones. Goring básicamente saboteó el proyecto
desde dentro. Su ego y su rivalidad con la marina eran más importantes que la efectividad militar. Y Hitler permitió
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