La obsesión del tecnólogo: Una pareja popular de senderistas, un dispositivo GPS gratuito y la traición definitiva
Durante cinco años, la desaparición de los creadores de contenido de Seattle Amanda Langley (29) y Daniel Hughes (31) fue un misterio escalofriante. La vibrante pareja, conocida por su enfoque responsable en el senderismo y su popular canal de YouTube donde reseñaba senderos del estado de Washington, simplemente se había esfumado en la inmensidad del Parque Nacional Olímpico. Su caso fue una trágica advertencia sobre la naturaleza salvaje, hasta que un descubrimiento en 2025 reveló una verdad mucho más calculada y siniestra: sus muertes no fueron un accidente, sino un acto premeditado y escalofriante de experimentación humana.

El atractivo del prototipo
Amanda y Daniel parecían hacerlo todo bien. Planificaban sus viajes meticulosamente, revisaban su equipo constantemente y su cautela era bien conocida entre sus amigos. Sin embargo, en mayo de 2020, un correo electrónico aparentemente inocuo los condujo por un camino fatal.

El remitente, identificándose como empleado de Trackcore Systems, empresa especializada en navegación por satélite, ofreció a la pareja un intercambio gratuito: un nuevo modelo de rastreador GPS personal a cambio de una revisión en video. Amanda aceptó cooperar, creyendo que estaba participando en un acuerdo de patrocinio corporativo estándar.

El especialista técnico que supervisaba el proyecto, Owen Sans, rápidamente se ganó su confianza. Sans, descrito como un hombre seguro de sí mismo y con conocimientos técnicos de unos 40 años, se reunió con la pareja en un café de Seattle. Les explicó las funciones del rastreador y, crucialmente, se ofreció a acompañarlos en su primera excursión para asegurarse de que el dispositivo funcionara correctamente sobre el terreno. Para la cautelosa pareja, esto parecía simplemente un compromiso con la buena atención al cliente.

En la fresca y nublada mañana del 5 de junio de 2020, Amanda y Daniel se encontraron con Sans en el aparcamiento del Parque Nacional Olímpico. Daniel grabó un breve vídeo de Sans, quien parecía amable y profesional, ayudándolos a configurar los dispositivos. Amanda publicó una última y discreta historia en Instagram esa noche: “Abandonamos el sendero y encontramos un antiguo camino hacia el lago. Es increíblemente hermoso”.

Luego, silencio.

Un rastro frío y un descubrimiento impactante
Cuando la pareja no regresó a casa, sus padres contactaron a la policía. La investigación localizó rápidamente su Subaru Outback, cerrado con llave en el estacionamiento, lo que indicaba que solo habían planeado un viaje corto. La operación de búsqueda habitual se centró en el sendero principal, pero a pesar de los esfuerzos de los servicios del parque, los voluntarios y los perros de rescate, el rastro se perdió.

Los investigadores contactaron con Trackcore Systems, que confirmó el acuerdo de prueba y proporcionó la información de contacto de Sans. Sans mantuvo una coartada sólida: se reunió con ellos, ayudó a instalar los dispositivos y se fue. Proporcionó las últimas coordenadas registradas por los rastreadores —a unos 4 km del sendero principal—, explicando que la señal se perdió debido a un fallo o mal funcionamiento de la batería. El caso se enfrió y se desvaneció de la memoria pública con el paso de los años.

El descubrimiento se produjo cinco años después, en marzo de 2025, cuando trabajos geológicos rutinarios dejaron al descubierto una zona baja remota y poco visitada tras un deslizamiento de tierra. Un operador de dron, que realizaba fotografías aéreas, avistó dos objetos al pie de grandes troncos de árboles. Lo que encontraron los guardabosques fue una confirmación macabra: dos esqueletos, sentados erguidos, con restos de cinta sintética negra atando sus muñecas tras los árboles.

El análisis forense confirmó que los restos pertenecían a Amanda Langley y Daniel Hughes. Murieron por deshidratación o hipotermia, atados e incapaces de liberarse. No presentaban signos de forcejeo ni lesiones violentas.

El principal descubrimiento se realizó durante el examen médico. Incrustadas en la zona de los omóplatos de ambos esqueletos se encontraban pequeñas cápsulas extrañas. Se trataba de dispositivos basados ​​en RFID equipados con transmisores satelitales en miniatura. Los dispositivos estaban claramente marcados con un número de serie y el logotipo de Trackcore Systems.

El caso de la persona desaparecida se elevó inmediatamente a una investigación de asesinato.

La doble vida de Owen Sans
Los investigadores se centraron rápidamente en Owen Sans, el técnico aparentemente inofensivo. Cuando la policía contactó de nuevo con Trackcore Systems, la gerencia lanzó la primera bomba: los dispositivos entregados a la pareja no estaban destinados a pruebas públicas. Eran prototipos de implantes subcutáneos desarrollados para logística corporativa y seguridad gubernamental; dispositivos diseñados para ser implantados, no para usarse.

La gerencia confirmó que Sans, como especialista técnico, tenía acceso a los prototipos, pero su correspondencia con Amanda se realizó desde una dirección de correo electrónico personal y había actuado sin la autorización de la empresa.

Al ser confrontado con el descubrimiento de los implantes, Sans inicialmente mantuvo su versión, afirmando que les había proporcionado rastreadores portátiles externos. Sin embargo, las pruebas eran abrumadoras:

Los datos del rastreador GPS que proporcionó en 2020 coincidían con los números de serie de los implantes encontrados en los cuerpos.

Los dispositivos eran prototipos que solo podían funcionar eficazmente después de ser implantados.

Bajo presión, Sans cambió su testimonio, admitiendo