El comienzo de 2025 estuvo marcado por una declaración sensacional de una joven modelo y creadora de contenido con Only Fans. Alina, quien se presentó como Alina, declaró a los periodistas que estaba lista para dar una entrevista detallada sobre cómo ella y otras modelos entraron en misteriosas fiestas en Dubái.

La conversación no solo giró en torno a sexo forzado y violencia física, sino también a asesinatos brutales y rituales siniestros que, según ella, practican habitualmente los shakes y su séquito. La conmovedora entrevista, que duró varias horas, conmocionó no solo a los fans de Alena, acostumbrados a sus publicaciones juguetonas en Only Fans, sino también a todo el mundo del modelaje, donde los rumores sobre actividades glamurosas pero peligrosas en los Emiratos Árabes Unidos llevan mucho tiempo circulando.

Estos rumores contaron con la voz de una testigo presencial que no dudó en decir las cosas por su nombre, a pesar de temer por su vida. Alina declaró que solo tenía 22 años. Nacida en la provincia, soñaba con una gran ciudad y una carrera como modelo. A los 19 años, empezó a mantener un perfil en Only Fans para pagar el alquiler y ayudar a su familia.

Al principio, lo compaginaba con sus estudios y trabajos a tiempo parcial. Su audiencia creció activamente y, a los 21 años, Alina ya ganaba importantes sumas con su contenido. Con el éxito alcanzado, contactó con varias agencias de modelos, con la esperanza de que le abrieran el camino a ofertas comerciales aún más generosas. Pero una de las ofertas más tentadoras, y al parecer la más peligrosa, eran los viajes privados a Dubái para participar en eventos de élite. La entrevistada recuerda: “En aquel momento sonaba inocente. Eres simplemente hermosa. Ven un par de días, diviértete con invitados ricos, gana mucho dinero y regresa a casa”. Para convencerla, mostraron fotos de otras chicas que regresaban con regalos caros o quizás de promotores influencers que publicaban fotos de lujosas villas en redes sociales.

Nadie admitió que tras la fachada se escondía una cruda realidad. Alina, halagada por los altos honorarios, decidió: “¿Por qué no intentarlo?”. Hizo su primer viaje en la primavera de 2024. La recibieron en el aeropuerto de Dubái y la llevaron a un hotel decente donde pasó unos días en una agradable compañía de empresarios aparentemente solventes.

Todo parecía ir bien: cenas, paseos en barco, cumplidos y regalos. Lo único vergonzoso fue que le confiscaron el teléfono durante ciertos eventos privados para, supuestamente, no filtrar fotos confidenciales a la red. Pero no hubo violencia especial. Así que Alina regresó a casa creyendo que los rumores sobre sexo forzado en Dubái eran solo leyendas urbanas.

Compartió su hermosa historia en Only. Los fans, sin entrar en detalles, y los suscriptores dieron su aprobación. Le pagaron la tarifa prometida, aunque no era astronómica, pero sí significativamente superior a la que recibía en casa. Sin embargo, a finales del verano de 2024, le ofrecieron un segundo vuelo promocional, ahora ya para un evento de mayor prestigio.

Ahí fue donde se produjo el punto de inflexión. La propia Alina recuerda que, en cuanto la llevaron a la casa de campo, las condiciones eran radicalmente diferentes a las de la agradable fiesta. Había guardias alrededor que obligaban a las chicas a entregar inmediatamente todos los dispositivos. Explicaron: «Esta es una fiesta cerrada para gente muy influyente». No puedes tomar fotos ni escribir en internet. Alina se sentía incómoda, pero estaba moralmente dispuesta a soportarlo a cambio de una tarifa elevada. Sus miedos internos se intensificaron cuando le ordenaron firmar un acuerdo de confidencialidad, amenazándola con multas de miles de dólares. Si se iba ahora, le dijeron que tendría que pagar una multa cuantiosa.

La chica se sintió incómoda, pero decidió quedarse, creyendo ingenuamente que no ocurriría nada aterrador. Le dieron un vestido revelador y le dijeron: “Los temblores te esperan en una recepción esta noche”. Nadie le dijo explícitamente: “Estás obligada a acostarte con ellos”. Pero el contexto se percibía.
El primer abuso manifiesto no lo vio ella misma, sino otra modelo que contó confusamente: “Me arrastraron a una habitación y me golpearon por negarme a cumplir una orden sexual demasiado grosera”. Esa modelo, llamémosla Sasha, estaba llorando en el pasillo, y el guardia gritó: “¡Cállate, o la próxima vez será peor!”. Alina estaba paralizada por el miedo. Se dio cuenta de que Las cosas iban mal.

Quería huir, pero ya estaba encerrada en un espacio cerrado. La villa estaba rodeada por una valla alta. Había hombres armados en la puerta. Le quitaron el teléfono. Se podía intentar burlar a los guardias, pero ¿dónde? En un país extranjero, sin documentos, sin comunicación. Fue el colapso de las ilusiones.
Me di cuenta de que estaba atrapada en una trampa, recuerda Alina. Los acontecimientos más terribles comenzaron la noche siguiente. Como a muchas otras chicas, le dijeron a Alina que fuera al salón principal donde se había reunido un grupo de personas. Los dueños, sus compinches y al menos una docena de modelos de diferentes países, incluyendo Europa del Este, Rusia y Asia.
Antes de la reunión, las chicas ya sabían que la negativa no era aceptable.