El sacrificio siempre ha sido necesario: El incesto sistemático, el infanticidio en serie y la perversa búsqueda de un linaje puro de la familia Blackwood
En las neblinosas hondonadas del remoto oeste de Virginia, en 1911, la familia Blackwood era conocida por su feroz devoción religiosa, casi monástica. Eran la familia más devota del condado de Pendleton: un padre que citaba las Escrituras, una madre ordenada e hijas criadas en la obediencia pura. Pero cuando se descubrió que las dos hermanas mayores, Mercy (19) y Temperance (17), estaban en avanzado estado de gestación —a pesar de las afirmaciones públicas de su padre sobre su virginidad y del extremo aislamiento de la familia—, el silencio de la comunidad se llenó de incredulidad.

Lo que el Dr. Samuel Hartwell, médico forense del condado, descubrió durante los exámenes obligatorios desafió toda razón y precedente legal. Fue una evidencia tan calculada, tan grotesca y tan absolutamente perversa que expuso la más oscura capacidad del crimen organizado, camuflada en el fanatismo religioso.

Este es el relato meticuloso y aterrador de la empresa criminal de la familia Blackwood, una operación sistemática de incesto, reproducción forzada e infanticidio en serie que se extendió durante años, dejando tras de sí múltiples víctimas y una comunidad destrozada por la verdad.

El Engaño Inicial: Disciplina de Oración y Desnutrición Calculada
La pesadilla comenzó el 14 de noviembre de 1911, cuando Silas Blackwood viajó personalmente 24 kilómetros para solicitar exámenes de embarazo obligatorios para sus hijas. Insistió en la documentación que “estableciera legalmente la condición de sus hijas para tranquilidad de la comunidad”, presentando el requisito como prueba de la pureza moral y el favor divino de su familia.

El Dr. Hartwell, un experimentado excirujano del Ejército de la Unión, inmediatamente encontró flagrantes inconsistencias médicas.

Al examinar a Mercy Blackwood, con un embarazo aproximado de siete meses, observó extensas cicatrices en las muñecas y los tobillos, compatibles con marcas de inmovilización prolongada. Mercy, nerviosa, atribuyó las cicatrices a la “disciplina de la oración”. Su desnutrición extrema estaba tan deliberadamente calculada que las notas del Dr. Hartwell sugerían una restricción alimentaria sistemática diseñada para ocultar el embarazo el mayor tiempo posible, manteniendo al mismo tiempo la viabilidad reproductiva.

Cuarenta minutos después, Temperance Blackwood entró en la habitación, mostrando patrones idénticos de trauma físico y desnutrición. Su terror era palpable; cuando se le hicieron preguntas básicas sobre su condición, respondió con citas bíblicas ensayadas en lugar de respuestas naturales. Ambas hermanas mostraron un sobresalto agudo y parecieron genuinamente sorprendidas cuando el médico se dirigió a ellas directamente, en lugar de a su padre, quien insistió en estar presente.

La conclusión inmediata del Dr. Hartwell, basada en su experiencia en el tratamiento de traumas en el campo de batalla, fue alarmante: las hermanas mostraban patrones de cautiverio prolongado, manipulación psicológica sistemática y negligencia médica deliberada. Su incapacidad para responder preguntas básicas sobre sus cuerpos y su temor genuino a hablar sobre el parto sugerían que se les había mantenido ignorantes y dependientes, un escenario que apuntaba a un abuso familiar sistemático diseñado para mantener el secreto.

Las Migas de Pan: Aislamiento y Respuestas Evasivas
La investigación del sheriff Marcus Stone, impulsada por la solicitud formal del Dr. Hartwell, comenzó a exponer la infraestructura de secretismo de la familia Blackwood:

Aislamiento Impenetrable: Los registros de escrituras del condado mostraban que Silas había adquirido sistemáticamente 847 acres adyacentes entre 1907 y 1910, creando una barrera impenetrable diseñada para garantizar un aislamiento absoluto y eliminar cualquier posibilidad de que vecinos ocasionales presenciaran las actividades familiares.

Los Niños Desaparecidos: El Dr. Hartwell comparó sus hallazgos con comerciantes locales. Recordaron que Silas mencionó “los regalos de Dios a nuestra familia” en años anteriores (1909 y 1910), pero no encontraron registros oficiales de nacimiento de ningún niño. El comerciante Jacob Morrison recordó que Silas se mostró visiblemente agitado y terminó abruptamente una conversación de negocios en 1910 cuando le preguntaron por sus nietos o la necesidad de provisiones para bebés.

La conversación oída: El reverendo Marcus Webb se presentó, recordando una visita pastoral en 1911 donde escuchó al hijo, Ezekiel Blackwood, hablar con su padre sobre el “plan de Dios para la sangre pura”, diciendo: “El Señor exige que conservemos lo que nos ha bendecido”.

Los túmulos sospechosos: Webb también observó varias pequeñas tumbas recién removidas detrás de la casa principal, que Silas había desestimado con respuestas evasivas sobre “devolver los dones de Dios a tierra consagrada”.

Estos fragmentos sugerían que las hermanas no eran simplemente víctimas accidentales de incesto, sino parte de un plan criminal más amplio donde eran tratadas como ganado reproductor, y los embarazos eran calculados y repetitivos.

La prueba irrefutable: Los libros de contabilidad de Ruth Blackwood
La prueba definitiva llegó cuando el Dr. Hartwell convenció a los funcionarios del condado para que realizaran un registro de la propiedad con el pretexto de un estudio de carreteras. Oculto dentro del almacén de grano de la familia, los investigadores descubrieron…