El Escondite: Cómo un bombeo rutinario de aguas residuales resolvió el misterio de 11 semanas de Evan Pike, hallado en la bóveda de un baño cerrado de un campamento.
A menudo caminamos sobre secretos sin darnos cuenta. Bajo una capa de tierra, hormigón o asfalto, lugares comunes y funcionales —estacionamientos, senderos, baños públicos— pueden ocultar una profunda tragedia. Para Evan Michael Pike, un exitoso ingeniero civil de 36 años de Portland, Oregón, el lugar de su descanso final fue uno de esos lugares modestos y mundanos. Su desaparición durante una excursión en solitario de fin de semana en el Bosque Nacional de Deschutes en julio de 2019 se convirtió en un desconcertante caso sin resolver, hasta que un bombeo programado de aguas residuales 11 semanas después expuso una horrible verdad oculta bajo el baño de una bóveda de un campamento público.

Lo que comenzó como una excursión rutinaria al aire libre terminó como uno de los casos más escalofriantes y extraños en la historia de los parques nacionales de Oregón, demostrando que, a veces, los secretos más siniestros se guardan en lugares diseñados para la comodidad cotidiana. La desaparición perfecta en el lago Paulina
Evan Pike era el epítome del senderista preparado. Metódico, responsable y experimentado campista en solitario, su viaje al campamento Little Crater, a orillas del lago Paulina, debería haber sido una escapada breve y reparadora. Planeaba acampar una noche y caminar hasta el mirador de la caldera Newberry el sábado por la mañana.

El viernes 19 de julio de 2019, montó el campamento; su Honda sedán gris estaba estacionado cerca y su tienda de campaña para dos personas estaba perfectamente montada. Testigos lo vieron alrededor de las 22:30, sentado tranquilamente junto a su pequeña fogata, que se apagaba. Estaba solo, relajado y esperando levantarse temprano.

A la mañana siguiente, Evan Pike había desaparecido.

La posterior operación de búsqueda se vio empañada al instante por una desconcertante contradicción. Su campamento era la viva imagen del orden: la tienda cerrada, el coche en su sitio. Pero dejó objetos importantes:

Cartera e identificación: Se encontraron en el asiento del copiloto. Mochila principal: La mochila grande de 65 litros con ropa de repuesto, tienda de campaña, filtro de agua y comida estaba en el asiento trasero.

Elementos esenciales para el senderismo: Un senderista experimentado claramente no había salido para su ascenso planeado.

Solo faltaban Evan, su celular y las llaves de su auto. No se trataba de un senderista perdido en el sendero; la evidencia sugería que había desaparecido de su campamento.

La Oficina del Sheriff del Condado de Deschutes inició una búsqueda masiva. Unidades caninas rastrearon su olor brevemente hacia el baño público y el lago, pero el rastro se interrumpió abruptamente. Helicópteros, imágenes térmicas y cientos de horas de voluntariado no arrojaron ninguna pista. Sus cuentas bancarias estaban en silencio; su celular estaba fuera de servicio desde el viernes por la noche. A finales de agosto, el caso fue clasificado oficialmente como sin resolver.

Un trabajo rutinario revela una escena de crimen aterradora
Con la llegada del otoño, el enfoque del parque pasó del turismo al mantenimiento. Entre las tareas requeridas estaba el mantenimiento de los baños subterráneos. Estas robustas estructuras de hormigón son comunes en los parques nacionales y funcionan sin plomería, recogiendo los residuos en un tanque subterráneo de hormigón sellado, a menudo con capacidad de miles de litros, que es bombeado periódicamente por contratistas.

El miércoles 25 de septiembre de 2019, 11 semanas después de la desaparición de Pike, un gran camión séptico de una empresa privada de saneamiento llegó al campamento Little Crater. Los dos trabajadores, veteranos de este trabajo sucio pero necesario, se dirigieron al bloque de baños más cercano al número 14, el antiguo lugar de Evan Pike.

El trabajador más veterano abrió la pesada escotilla metálica de mantenimiento que cubría la entrada de la cámara. En cuanto se levantó la pesada tapa, un hedor acre y antinatural, mucho peor que el de los residuos orgánicos habituales, los invadió. Al iluminar con una potente linterna el vacío de dos metros y medio de profundidad, el haz de luz reveló un objeto sólido y voluminoso parcialmente sumergido en el turbio contenido. La forma del objeto era inconfundiblemente la de un cuerpo humano. Los trabajadores cerraron la tapa de inmediato y llamaron al 911. La tranquila mañana de otoño se transformó al instante en una gigantesca escena del crimen.

Autopsia y la prueba irrefutable del homicidio
Tras asegurar la escena tóxica, un equipo especializado bombeó cuidadosamente el contenido de la bóveda a tanques sellados, lo que finalmente permitió la recuperación de los restos. El cuerpo fue identificado por una licencia de conducir de Oregón encontrada en el bolsillo trasero de los vaqueros preservados, y confirmado días después mediante una coincidencia perfecta de los registros dentales. La víctima era, en efecto, Evan Michael Pike.

La autopsia posterior supuso un giro crucial en la investigación: no se trataba de un accidente trágico.

El médico forense encontró dos lesiones clave que confirmaron el homicidio:

Fractura de cráneo deprimida: Un golpe concentrado de un objeto contundente y pesado en la región parietal del cráneo, lo suficientemente fuerte como para causar la pérdida inmediata del conocimiento.

Fractura protectora: Una fractura en el cúbito del antebrazo derecho, una herida defensiva característica que se produjo cuando la víctima levantó el brazo instintivamente para bloquear el golpe fatal.

Pike había sido asesinado y su cuerpo fue desechado en la bóveda sellada y cerrada del baño público. La escena del crimen, la cámara intacta…