📢 AYÚDANOS A ENCONTRAR A JELIAN SALDOA
🙏 Una súplica urgente desde el corazón de un abuelo

Esta mañana, viajando en un jeepney hacia Rizal, me encontré con un anciano desconsolado. No podía contener las lágrimas. Su rostro reflejaba una mezcla de desesperación, tristeza y agotamiento. Le pregunté con voz suave:
— “Tay, bakit po kayo umiiyak?”
Él me respondió entre sollozos:
— “Mi nieta… mi nieta desapareció.”

👴 Él es Don Mariano, originario de Bulacan. Ha recorrido varias localidades durante tres semanas con un solo objetivo: encontrar a su nieta, Jelian Saldoa, de apenas 4 años. Aunque sus fuerzas ya flaquean y su cuerpo acusa el cansancio, su corazón persiste gracias a la esperanza de volver a verla.

Don Mariano bajó del jeepney en Rizal con una cartulina en la mano, en la que escribió a mano el nombre de la niña. Su mirada se mantenía fija —no en la carretera, no en la gente— sino en un futuro que aún no divisan juntos. No pide dinero, ni refugio, ni lujos. Lo único que implora es información sobre Jelian.

Le ofrecieron algunas monedas. Muchos pasajeros confundieron su llanto con pedir limosna, pero él las rechazó al principio. Solo aceptó cuando otros pasajeros insistieron, para al menos tener quizás algo para un poco de comida o pasaje, ya que estaba a miles de pasos de casa. Aún así, su mayor pesar no era el cansancio físico, sino la incertidumbre:
— “Sigo buscando, pero no sé en dónde volver a preguntar… Mamaya magliwaliw na sana ako…” —dijo llorando.

La historia se siente familiar para muchos: un niño perdido entre vehículos, calles desconocidas, rostros extraños y el golpeteo del corazón de un abuelo que solo quiere que esa puerta se abra de nuevo.
— “Anak…” —sollozó Don Mariano mientras lo acompañaba a la puerta del jeepney— “tiyak na matatagpuan ko ang aking apo, pero kailangan ko ng tulong. Sana may magsabi kung nasaan siya.”

El vehículo frenó, y lo vi bajar con paso lento, su figura encorvada bajo el peso del dolor y la edad. En ese momento, mi corazón se rompió en mil pedazos.


📸 En la foto podrás ver a Don Mariano, ojos vidriosos y cara demacrada, sosteniendo una fotografía simple con el nombre de Jelian Saldoa. Cada arruga de su frente cuenta historias de noches sin dormir, de esperanzas rotas y de una promesa eterna a su nieta.

¿Ya te imaginas por qué no encuentra casa, ni teléfono, ni redes sociales?
Porque él recorre ciudades, toca puertas, llama en voz alta… y solo encuentra silencio. Incluso en Rizal, en un camión lleno de extraños, mucho menos en redes.

🗺️ Él vino desde Bulacan, pasando por Caloocan, Marikina, Pasig, Quiapo… y hoy en Rizal sigue sin dar con ella. Caminando por los mercados, preguntando en los puestecitos, persiguiendo mensajes que llegan a su mente como esperanza. Pero no encontró nada.


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“Ayúdame a encontrar a mi nieta, por favor… ya no sé qué más hacer.” – Don Mariano
Él sigue caminando, creyendo. Sigamos con él. Porque el reencuentro puede estar al alcance de un solo mensaje o un solo compartir.