[Algún día… llamarás “Mamá” y nadie responderá.]
— Un mensaje para quienes aún tienen a su madre, antes de que sea demasiado tarde.


“Mamá, ¿qué estás cocinando?”
“¿Mamá, ya comiste?”
“Mamá, ¿dónde pusiste mis cosas?”
“Mamá, salgo un momento.”
“¿Mamá, tienes dinero?”
“¡Mamá, vamos a salir!”
“¿Qué quieres, mamá?”
“¿A dónde vas, mamá?”
“¿Mamá, me acompañas?”
“Mamá, ya llegué.”

Puede ser una imagen de 1 persona y hospital

Frases tan simples, tan comunes. A veces dichas sin pensar, a veces con un poco de impaciencia, a veces hasta con fastidio. Pero, ¿alguna vez pensaste que llegará un día en que ya no podrás decirlas más?

Llegará el momento en que querrás gritar “¡Mamá!”… pero la casa estará en un silencio abrumador.
Nadie responderá.
No habrá nadie en la cocina preparando tu platillo favorito.
No habrá una sombra mirándote desde la ventana cuando entres o salgas.
No habrá nadie a quien abrazar cuando el alma te duela.
Mamá ya no estará.

Y entonces te darás cuenta… que hay un vacío en tu corazón que nadie —absolutamente nadie— podrá llenar.
Extrañarás esos gritos en la mañana que antes te molestaban.
Sus constantes recordatorios, que considerabas molestos, de repente te parecerán sagrados.
Sus regaños, su preocupación, sus advertencias… todo eso que pasaste por alto, de pronto se convertirá en recuerdos preciosos, imposibles de revivir.

Mamá — la primera en abrazarte.
Mamá — la primera en llorar por ti.
Mamá — la primera en rezar por ti en silencio.
Y también fue la primera en renunciar a sus propios sueños, para que tú puedas alcanzar los tuyos.

Aunque esté cansada, ella cocina para ti.
Aunque no tenga dinero, encuentra la manera de ayudarte.
Aunque su cuerpo esté débil, no descansa.
Aunque su corazón esté roto, sonríe para que tú no te des cuenta.

La vida no es eterna.
Nadie sabe cuándo será la última vez. Nadie puede predecir cuándo se cerrará esa puerta para siempre. Por eso, mientras aún puedes — di te quiero.
Abraza fuerte.
Llama “Mamá”, no solo cuando necesites algo, sino porque ella aún está ahí.

Llegará un día en que te despertarás no por su voz, sino por su ausencia.
Ya no habrá quien pregunte “¿Comiste?”
No habrá aroma en la cocina que te recuerde tu niñez.
Ya no habrá a quién correr cuando tu mundo se derrumbe.
No más abrazos cálidos que lo curen todo.
No más palabras que digan: “Hijo, tú puedes con esto.”

Y cuando ella se haya ido, cada rincón de la casa será un recuerdo.
La ropa que solía usar colgada aún en el armario.
La taza con una grieta en la que siempre tomaba su café.
Su voz repitiéndose una y otra vez en tu cabeza — un eco imposible de borrar.

Si estás leyendo esto y tu madre aún vive — no esperes más.
Ve, abrázala.
Llámala, aunque sea solo para oírla responder.
Dale las gracias.
Discúlpate si alguna vez fuiste indiferente.
Dedícale tiempo antes de que el tiempo ya no te lo permita.

Porque al final, no será el dinero ni el éxito lo que defina tu vida, sino cómo amaste y valoraste a quien te la dio.
Nada se compara con el amor de una madre.
Y nada duele más que perderla.

No esperes a que todo lo que quieras decirle se convierta en susurros frente a una foto.

Ama a tu madre, mientras aún puede oírte.

💔🌸
GalawangFrancisco