La Pesadilla de Ozark: Cómo la confesión de un moribundo reveló el letal “programa de reproducción” de una hermana y 28 cadáveres enterrados.
A finales de la década de 1890, la región del río nacional Buffalo, en el condado de Newton, Arkansas, era un paisaje caracterizado por su brutal aislamiento. En lo profundo de esta naturaleza salvaje, a 24 kilómetros del asentamiento más cercano, las hermanas Caldwell, Mercy y Temperance, vivían en una remota finca, aparentemente operando el destilador de alcohol ilegal de su difunto padre. Se las consideraba montañeras excéntricas, nada más. Pero bajo su deteriorada cabaña, un horror de escala inimaginable prosperaba en la oscuridad, una pesadilla que solo se descubriría tras la desaparición de 28 tramperos sin dejar rastro entre 1897 y 1899.

En esta región, donde no llegaban líneas telegráficas ni ferrocarriles, un hombre podía desaparecer con facilidad. El consenso general era que los tramperos desaparecidos —todos leñadores experimentados— simplemente habían sido víctimas de desastres naturales o habían abandonado deliberadamente sus vidas. Pero el ayudante del sheriff Ezra Thornton, un metódico ex explorador de la Guerra Civil, reconoció un patrón inquietante que apuntaba a algo mucho más siniestro.

El Patrón de la Desaparición
Thornton, tras 15 años de servicio en las fuerzas del orden, revisó meticulosamente los informes de personas desaparecidas, que se acumulaban. Siete tramperos experimentados habían desaparecido en un período de 18 meses, todos en el mismo remoto paraje natural alrededor de la finca Caldwell.

Cuando Thornton visitó la propiedad por primera vez, se encontró con Mercy Caldwell, la hermana mayor, una mujer alta de penetrantes ojos azules, quien ofreció explicaciones plausibles, basadas en las Escrituras, sobre los hombres desaparecidos: algunos habían planeado ir al oeste, otros estaban angustiados y buscaban un nuevo comienzo. La hermana menor, Temperance, permaneció en un silencio inquietante.

A pesar de la ropa desgastada y la aparente pobreza de las hermanas, el ojo experto de Thornton detectó inconsistencias: telas caras, herramientas metálicas de calidad y cadenas pesadas, compradas, según Mercy, para asegurar el ganado. Aunque Thornton fue disuadido sutilmente de las pesadas puertas de madera construidas en la ladera, el misterio permaneció como una simple sospecha inquietante.

El Descubrimiento: El Testimonio de Samuel Morrison
La verdad finalmente se reveló a través de la desesperación y una suerte increíble. El 12 de septiembre de 1899, Samuel Morrison, un trampero de 29 años de Tennessee, llegó a Harrison, Arkansas. Su cuerpo estaba cubierto de heridas infectadas, con las muñecas y los tobillos profundamente lacerados por las ataduras. Se desplomó en la calle, ardiendo de fiebre.

El Dr. Marcus Henderson comenzó de inmediato a documentar los fragmentos febriles de Morrison, que se repetían con una consistencia enfermiza: “La sala de cría”, “el sótano de la hermana”, “cadenas en la oscuridad” y “otros hombres gritando”.

Antes de morir tres días después a causa de una infección generalizada, Morrison ofreció un relato horroroso y detallado:

Lo habían atraído a la cabaña, lo habían drogado con alcohol ilegal y despertado en completa oscuridad, encadenado a las paredes de roca.

Las hermanas mantenían un elaborado laberinto de cámaras subterráneas excavadas en la montaña.

Mercy había hablado extensamente de su “propósito divino” de crear un “linaje puro de la montaña”, justificando la captura y el encarcelamiento sistemáticos de hombres fuertes y capaces para un retorcido “programa de reproducción”.

Morrison describió cómo fue sometido a los perversos intentos de las hermanas por cumplir con lo que ellas consideraban su deber sagrado.

Su escape se produjo por pura desesperación, dominando a Temperance después de que ella le dejara las esposas de las muñecas ligeramente sueltas.

El testimonio de Morrison, que proporcionó detalles específicos sobre la entrada oculta al sótano y los nombres de otros hombres cautivos, proporcionó al agente Thornton la evidencia que necesitaba para actuar.

La redada y el descubrimiento inimaginable
Obtener la autorización legal fue un desafío; Los funcionarios del condado consideraron inverosímiles las afirmaciones de dos mujeres de las montañas aisladas que capturaban y encarcelaban sistemáticamente a hombres. Fueron necesarias dos semanas de resistencia burocrática y la intervención de las autoridades estatales para que Thornton pudiera reunir una fuerza de seis alguaciles federales.

La redada comenzó el 8 de octubre de 1899. Al acercarse el grupo a la finca, Mercy Caldwell salió de la puerta del sótano y, antes de que Thornton pudiera reaccionar, consumió un frasco de veneno preparado, muriendo en cuestión de minutos. Cuando la conmoción hizo salir a Temperance, atacó a un alguacil con un cuchillo de caza y murió de un disparo en defensa propia.

Con ambas hermanas muertas, los alguaciles entraron en el complejo subterráneo. El laberinto de túneles era mucho más extenso de lo que Morrison describió, y el aire estaba impregnado de un olor a desperdicios y descomposición. En una de las cámaras, hicieron el descubrimiento más impactante: tres niños vivos, de entre 3 y 7 años, acurrucados aterrorizados.

Los niños mostraban un miedo extremo a la luz de la antorcha, emitiendo sonidos que apenas se podían considerar como habla humana.

Habían nacido en el sótano, se habían criado en completa oscuridad, padecían desnutrición severa e infecciones sin tratar.

Las cámaras más profundas revelaban el verdadero cuerpo de las hermanas.